viernes, 30 de diciembre de 2022

 

Fútbol: la expresión de la ilusión colectiva.

                                                                                                             *Daniel HERRERA

    Ha finalizado el Mundial de Fútbol 2022, realizado en Qatar, en la post pandemia que conmovió a todos los continentes hace solo dos años. Se jugaron sesenta y cuatro partidos de fútbol, con la participación de trece equipos de Europa, ocho de América, cinco de África, tres de Medio Oriente, dos de Asia y uno de Oceanía; se vivieron momentos muy emotivos, de alta tensión, donde casi todo estuvo por un mes “Cerrado por Fútbol” como escribiera Eduardo Galeano.

    A fines de noviembre del 2022, comenzaba el Mundial con las denuncias del trabajo mal pago y de inseguridad en la construcción de los estadios, se alertaba sobre la homofobia y la falta de derechos civiles de las mujeres en Qatar, la guerra entre Ucrania y Rusia lleva una angustia existencial de nueve meses. En Argentina, a dos días del debut, muere Hebe de Bonafini la histórica presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, el gobierno nacional había declarado tres días de duelo, la Televisión Pública tuvo que retirar el crespón negro en su pantalla durante la transmisión de los partidos, ya que la inteligencia artificial de los sistemas informáticos que controlan el planeta “alertaron” a FIFA, los dueños de la pelota, los que manejan el negocio, son quienes prohibieron cualquier expresión de respeto por una luchadora de los Derechos Humanos. En medio del clima de optimismo que rodeaba a los hinchas argentinos, se conoce sobre los encuentros de jueces y funcionarios judiciales con los gerentes de los poderes mediáticos y funcionarios de gobiernos de derecha en el Lago Escondido apropiado por el millonario Lewis. Pero más allá de las dádivas, los sobornos y los abrazos de los poderosos de turno; el fútbol nos seguía dando alegrías, es que el fútbol no es de los que más dinero pagan por él, no se limita solo a eso, de ser así, no tendrían explicación los fervores que desata en el mundo entero.  

    Argentina fue un legítimo campeón, con la revelación del jugador más joven Enzo Fernández, los guantes de oro del “Dibu” Martínez y el mejor jugador del torneo, a quien solo le faltaba nada más y nada menos que ser Campeón del Mundo, la estrella del torneo Lionel Messi. Francia quedo segundo, batallando 120 minutos de juego y fallando en los penales. Croacia se consolidó y nuevamente quedo en el podio como tercero, cuarto fue el sorprendente seleccionado de Marruecos.

   Argentina fue un legítimo campeón, ya que siempre jugo para el espectáculo, toda su energía creadora fue una manifestación de fútbol y entrega, no hubo mezquindad en sus planteos tácticos y encontró en Julián Alvarez un potente delantero con capacidad para asfixiar la salida de cualquier rival.

   En términos comerciales, Adidas fue el campeón, le gano a Nike (segundo y tercero) y Puma quedo cuarto. A una semana de finalizado el Mundial, Adidas no pudo abastecer al “mercado” y en solo seis horas se agotaron los miles de camisetas con “tres estrellas” bordadas en el pecho, sobre el escudo de AFA, que se ofrecieron en línea al módico precio de setenta dólares, algo asi como la mitad de la jubilación mínima en Argentina.  

  La “gloria eterna” era la frase que circulaba por los medios de comunicación, claro solo el Campeonato del Mundo garantiza la “gloria infinita” para los deportistas del fútbol profesional, que se mueven entre la pasión y el negocio. Galeano lo remarcaba una y otra vez “este hermoso espectáculo, esta fiesta de los ojos, es también un cochino negocio (…) Un buen jugador es una muy valiosa mercancía, que se cotiza y se compra y se vende y se presta, según la ley del mercado y la voluntad de los mercaderes”. A días de haber finalizado el Mundial, solo se escuchan las nuevas propuestas económicas de los clubes europeos para el futuro de los campeones. El fútbol es un negocio que duda cabe, rápidamente la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), ni lerda ni perezosa, arreglo la Final de la Super Copa Internacional que ahora se jugará en Abu Dabhi.

   La pasión argentina, el colorido de la hinchada y la cercanía con los “vulgares” jugadores, que se atrevían a desatar la batalla psicológica con sus rivales, a disputar cada pelota como si fuera la última y hasta increpar a quienes los maltrataban con el …“anda pa’ allá bobo”, desataba una identificación popular que hacia varios mundiales que no se sentía. Las redes sociales, explotaban con imágenes, citas y festejos; ahí se comprendió como nunca antes que las redes sociales son, a decir de Eric Sadin, “plataformas de la expresividad” donde cada individuo forma su verdad plegándose, en este caso, a la alegría, el disfrute y a la fiesta colectiva. Si bien, muchas veces criticamos el “estado de aislamiento” que producen las acciones de la vida humana que se realizan cada vez más a distancia a través de las pantallas; en los festejos por la obtención del Campeonato del Mundo de Fútbol las plataformas de expresividad sirvieron para romper el individualismo, para fomentar las acciones del conjunto, romper con la racionalización de la sociedad y con el proyecto de control absoluto de lo colectivo y lo alternativo. No hay nada mas bonito que observar por todos lados casas y autos embanderados y jóvenes con la camiseta argentina, ya no es común la exhibición mercantil de clubes ingleses, españoles o franceses por nuestros barrios y nuestras calles. La identificación nacional es más fuerte, y los jugadores han podido elevarse a la categoría de símbolos de la “ilusión colectiva”.

  La pasión argentina, debe ser en estos días un tema de análisis en el debate filosófico, si buscamos el sentido y significado de “pasión”, nos encontramos con que es un estado afectivo que experimenta el individuo en forma duradera e intensa, que no ha sido elegido por él o ella, y que va asociada a la sensación de estar sometida a un influjo que domina su comportamiento, resultan ser intensos estados afectivos que provocan una importante alteración del ánimo. La palabra pasión deriva del latín “passio” que significa “sufrir”, todo va acompañado de placer o dolor. Esto me recuerda al partido con Países Bajos, ese dolor del empate en la última jugada del partido y el placer enorme luego del padecimiento de los penales. Algo parecido a la final con Francia, donde luego de ir en ventaja en dos oportunidades nos empataron y de nuevo a sufrir con los penales para que se produzca ese sentimiento de aturdimiento irreflexivo y persistente que sostiene la pasión.

   Nos quedan varios temas para profundizar, el universo cálido de la evasión fiscal de los grandes clubes y federaciones, los derechos de televisación, la peste universal del racismo, como sostiene Galeano … “al fin y al cabo, los buenos jugadores son los únicos inmigrantes que Europa acoge sin tormentos burocráticos ni fobias racistas”.

  Argentina fue un legitimo campeón, Qatar 2022 será recordado por generaciones como lo fue y será México 1986. Antes por Maradona, ahora por Messi. El fútbol es un juego que brinda alegrías al pueblo, ese pueblo argentino que se mira en el espejo y le brillan los ojos porque le gusta lo que ve, lo que siente y por que se reconoce en esos “muchachos” que cuando recorrieron las calles festejaron junto a una multitud que será difícil de superar, ganar nuevamente un Mundial de Fútbol se había tornado un sueño peligroso, hoy es una realidad y nadie en nuestro país evito la tentación de vivirlo.

  

 

Bibliografía:

-        GALEANO, Eduardo (2017) “Cerrado por Fútbol” Siglo XXI Editores. Bs. As.

-        GALEANO, Eduardo (2010) “Ser como ellos y otros artículos” Siglo XXI Editores. Bs. As.

-        LANAO, José Luis (2021) “El PSG de Messi y los millones opacos de la vergüenza” Página 12. Bs. As. (28/08/21).

-        SADIN, Eric (2022) “La era del individuo tirano. El fin de un mundo común” Caja Negra Editora. Bs. As.

-        www.filosfia.mx www.webdianodia.com 

  

*Daniel HERRERA – Docente – Escritor. Ciudad de Neuquén, diciembre 2022.