lunes, 31 de diciembre de 2012

Lenguaje y Poder... Una reflexión filosófica



FILOSOFÍA, POLÍTICA Y LENGUAJE.     – Prof. Daniel HERRERA

                        El poder social y político se sostiene en la modernidad, más que nunca, a partir del discurso filosófico, que viene a reemplazar a la fuerza bruta y a las creencias religiosas.
                        El discurso filosófico sostiene la acción política, desde la valoración de ideas, de lo que es justo y verdadero, instalando la discusión en la opinión pública.
                        La importancia del discurso y el lenguaje resultan fundamentales en los tiempos actuales, donde los intereses económicos y políticos se disimulan, se ocultan y se protegen en los autodenominados  “periodistas independientes”.
                        Luís Villoro sostiene que la reflexión filosófica tiene una doble vía, la justificadora del poder que está al servicio de la dominación, o bien, la auténtica, la que intenta abrir la mente ajena para que vea, por si misma, las razones y los fundamentos;  la que se encuentra al servicio de la liberación del pensamiento.
                        Reflexionar sobre el lenguaje, para que la palabra comunique y no obstruya la comprensión, en términos de Presman… “Forma parte de la batalla política del lenguaje”. Si reflexionamos sobre ciertos conceptos y los interrogamos, vamos construyendo una reforma del entendimiento, una reconstrucción del sentido oculto.
                        El término gente desplazó a la palabra pueblo, el de consorcista, contribuyente o consumidor, eliminó el concepto de ciudadano, así cada persona pasa a ser un ente económico alejado y desplazado de su carácter político.
                        Durante la discusión de las retenciones móviles de la soja, emergió el concepto  campo, no como definición geográfica, sino como una inventada categoría política donde no hay controversias ni intereses económicos, donde no hay peones ni trabajo infantil, pareciera que es lo mismo un pequeño agricultor agropecuario que un millonario productor de soja o un miembro de la sociedad rural.
                        Las palabras consenso, democracia, diálogo y respeto a la opinión del otro, inundan los discursos, vaciando así el debate sobre las medidas que afectan intereses sobre el poder económico. Por ejemplo, suponer que el Grupo Clarín en una mesa de diálogo consensuará desprenderse de 250 medios audiovisuales que posee a lo largo y ancho del país y de todo el negocio del fútbol, es absurdo.
                        Entonces, surge un nuevo concepto de moda: crispación,  cuyo significado sería enojar. Al Gobierno Nacional del 2003 a la actualidad, se lo acusa de crispar a la sociedad, como consecuencia de las medidas adoptadas que implicaron profundas modificaciones, como las retenciones móviles, la estatización de los fondos de pensión y de aerolíneas, la derogación de las leyes de punto final y obediencia debida - que permitió el juicio a los genocidas de la dictadura militar con complicidad civil-, la ley de medios audiovisuales y la de matrimonio igualitario, la reforma política, el programa conectar igualdad, que entrega a cada estudiante secundario una computadora personal. Además, la Asignación Universal por Hijo que es descalificada, muchas veces como todo plan social, como parte del clientelismo político. Aunque nadie califica a las campañas de Caritas como de clientelismo religioso.
                        Seguramente si el gobierno avanza sobre la recuperación de los recursos naturales, la nacionalización del petróleo y el gas, de una nueva ley de entidades financieras, que reemplace a la de la dictadura, como seguir mejorando la distribución del ingreso y promover la discusión sobre el aborto seguro y gratuito, entre otros temas que se abordarán cuando se habla  de profundizar el Modelo, no hay dudas que muchos sectores conservadores y sus voceros, con total cinismo e hipocresía desplegarán su enojo y crispación.
                        El pensamiento y la acción, conviven como la política y el lenguaje, hay que limpiar el idioma, hay que desenmascarar el discurso político que se acuña en conceptos falsos y mentiras, hay que recuperar la política por sobre la economía para el bienestar de los sectores populares, hay que sostener la política para el bien común… estar atentos para que la palabra comunique y posibilite la comprensión, es vincularse una vez más con la liberación.


Neuquén, noviembre de 2010.   – Revista Institucional “Con Palabras Propias”.                      

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